viernes, 3 de agosto de 2012

El juego del amor


El amor es como un juego.
Ese juego en el que solo pueden jugar dos jugadores, el en que el dado son los sentimientos y las fichas los corazones. Ese juego en el cual no existen los rivales, donde los dos deben jugarse lo mismo, los corazones. Ese juego en el que si el dado es realmente verdadero, la partida no debe acabar nunca. En el que no hay competencia ni ansias, sino equilibrio y esperanza. Pero siempre llega un momento de la partida en que las cosas se tuercen. Según en qué casilla caigas suele aparecer una tercera ficha, pero esta ficha no necesita el dado porque no tiene sentimientos, no es una ficha normal porque no tiene corazón. Es una ficha extraña, inusual, una ficha que solo está para terminar con el juego, para ganar, para romper el dado y romper  los corazones. Son fichas que no deberían existir pero que siempre están ahí, son como tumores difíciles de extraer, como petróleo vertido en el océano, pero que sean difíciles no quiere decir que sean imposibles. Fuerza de voluntad, carácter,… pero sobre todo amor propio y amor hacia la otra ficha hará que el juego continúe y la ficha extraña desaparezca. Nadie dijo que llegar a la meta seria sencillo, por eso, el amor en una pareja se puede medir en la cantidad de momentos difíciles superados.



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